Tras pensármelo mucho, decidí como proyecto de viaje para este mes de octubre de 2018, el realizar un recorrido por el norte de Marruecos.
Aproximadamente por el inicio del verano di a conocer al resto de los compañeros del grupo de MSP la intención de realizar este viaje, con la posibilidad de que alguno se uniera al mismo. En principio estábamos cuatro personas interesadas en el viaje, Carlos, Pablo, Gastón (compañero de las clases de inglés) y yo.
Debido a distintas problemáticas al final solamente lo hemos podido realizar Carlos y yo, para ello me puse manos a la obra con las reservas de los alojamientos, reservas de los pasajes del ferry y con el diseño de la ruta.
Tras barajar varias posibilidades de rutas, la ruta definitiva quedó configurada con un recorrido circular iniciando y terminando en el puerto de Tánger Med, continuando por la costa atlántica hasta la capital Rabat, haciendo altos para pernoctar en Alcazarseguir, Assilah y Rabat. Después de llegar a la capital nos internaríamos hacia el centro del país en dirección Meknes y Fez, donde haríamos noche, para al día siguiente hacer la etapa más larga de nuestro viaje para ponernos, tras atravesar de costa a costa, en la ciudad de Saidia, la perla del Mediterráneo. Desde aquí y continuando ahora por la costa de este Mare Nostrum nos dirigiríamos a Alhucemas, pasando por Nador y el borde de Melilla. Desde aquí arrancamos para atravesar la cordillera del Rif (la zona de cultivo de marihuana más grande del mundo), llegaríamos a Xauen, la famosa ciudad azul. Desde esta bonita ciudad nos iríamos a Tetuán donde pasaríamos la noche y desde nos dispondríamos a la mañana siguiente dirigirnos hacia Tánger para terminar pasando la noche en Alcazarseguir, lugar donde comenzamos la ruta.
Diseñada la ruta y hechas las respectivas reservas, hoteles y ferry, pongo manos a la obra con la preparación de las documentaciones pertinentes para la entrada en el país, formulario de entrada y salida, donde hay que reflejar además de los datos personales de cada uno, la profesión, nosotros visto lo que había vivido anteriormente, nos identificamos como bomberos, así entramos sin problemas, además en mi visita anterior ya estaba registrado como tal, con lo cual mejor no andar con cambios.
Para poder llevar nuestras motos, debemos de realizar una documentación adicional, un impreso de importación temporal de vehículo, sin este documento no podríamos entrar ni salir con las motos de Marruecos, además hay que llevarlo todo el viaje contigo y presentarlo para poder abandonar el país.
Como complemento adicional y altamente recomendable realizamos un seguro de asistencia y atención médica, dejando también constancia a través de la web del ministerio de asuntos exteriores de nuestro viaje en el registro de viajeros por el extranjero, este paso facilita mucho cualquier trámite en caso de necesidad.
Ya con todo el material resuelto relativo a la logística, sólo nos quedaba esperar la fecha de comienzo del viaje. El día 3 de octubre, dos Meseperos equipados con los reglamentarios chalecos amarillos nos lanzamos a la aventura de extender esta fe que nos caracteriza.
Día 1 Salamanca Algeciras
Salimos a las 8 de la mañana con una temperatura típicamente mesetaria de 7 grados, tras un café reparador comenzamos la ruta por la autovía A66, camino de Sevilla, tras un par de paradas para el repostaje de nuestras monturas, así como de nuestros estómagos, llegamos en torno a las 14 horas a la ciudad con ese color especial. La temperatura según los lugareños era un poco más fresquita que en los días anteriores, 36 grados, a nosotros nos parecía como adentrarnos en un horno, menudo choque térmico de una ciudad a otra. Tras la comida nos encaminamos hacia Algeciras, vía Jerez, llegados al puerto nos encaminamos hacia la caseta de entrada a los ferrys y tras presentar nuestros billetes obtenemos el paso hasta el muelle de embarque, ya no hay vuelta atrás, África nos espera.
Tras la travesía en el ferry, donde nada más embarcar y comenzar la singladura, nos ponemos a la cola para presentar los pasaportes y los documentos personales de entrada, ya empezamos a percibir cual es la dimensión del tiempo en nuestro continente vecino, la paciencia y la espera es su característica.
Disfrutamos de las vistas y la brisa marina desde la cubierta del ferry, al llegar a tierra en el puerto de Tánger Med desembarcamos con la esperanza de que el trámite fuera lo más rápido posible, cuán errados estábamos, casi 50 minutos para que nos sellaran el impreso de importación temporal de las motos, paseos de los guardias de aduanas arriba y abajo, sin hacer intención de mirarnos los papeles, cuando por fin nos los comprueban, en el pasaporte de Carlos habían cometido un error, te estampan un número de referencia que llevarás siempre que visites Marruecos asociado a tu pasaporte, generalmente lo escriben a mano, en el barco se lo pusieron mediante un sello numérico, el dígito inicial era un 0 y tenía que ser un 1, con lo cual le tocó ir a una de las oficinas de la aduana del puerto para que se lo modificaran, todo esto sin entender ni hablar una palabra de árabe y poquito de francés en mi caso.
Día 1 por Algeciras desplazamiento desde Tánger Med a Alcazarseguir
Por fin nos poníamos en marcha y tras un breve viaje de 7 kms que nos llevaba a Alcazarseguir, lugar donde pasaríamos nuestra primera noche mora, dejamos las motos y el equipaje en el hotel, tras esto nos encaminamos a cenar y comprar unas tarjetas de teléfono de una operadora marroquí para poder realizar llamadas y conectarnos a internet sin dejarnos el sueldo en ello con nuestras tarjetas españolas, con 5 euros hicimos todo esto y nos sobró dinero, hablo de euros porque aún no habíamos cambiado moneda marroquí, por cierto esta moneda se llama Dirham.
Día 2 Tánger Assilah
A la mañana siguiente con las pilas cargadas tras un sueño reparador, el día antes habíamos hecho casi 700 kms, nos disponemos a iniciar nuestro viaje, empezamos con el cambio de moneda y arrancamos en dirección a Tánger. Decidimos realizar la ruta a través de la carretera que recorre la costa, la carretera es impresionante, curvas y vistas al mar espectaculares. Tras llegar a Tánger hacemos una parada técnica, conocemos a un vigilante de un centro comercial que nos permite aparcar en la misma puerta en un lugar que en principio no estaría autorizado, hablaba español perfectamente En Tánger se nota la influencia de Instituto Cervantes, hay una difusión del castellano bastante considerable, tras una visita al centro comercial, ir al baño, tomar un refresco (el calor en Marruecos es muy notable 31 grados), nos despedimos del vigilante agradeciéndole el detalle del parking y proseguimos ruta hacia Assilah. Seguimos de nuevo por la carretera de la costa, haciendo un alto en el Cabo Espartel, el lugar donde se dividen hacia la derecha el mar Mediterráneo y hacia la izquierda el océano atlántico, como anécdota nos hicimos unas fotos en el lugar y había un grupo de jóvenes que al vernos nos pidieron hacerse una foto con nosotros (nos miramos y dijimos: ¿por qué no?), no imagino que pensarían, si que éramos épicos aventureros, estrellas de los documentales o qué, pero nos hizo mucha gracia el tema y además nos pidieron permiso para poner las fotos en Facebook, toda una experiencia.
Llegamos a Assilah, dejamos nuestras cosas en el hotel y para sorpresa nos ponen a un vigilante en una silla pegado a las motos que estaban aparcadas literalmente a la puerta del hotel cual esfinges guardando la puerta, una a cada lado.
Nos dirigimos a comer, había que hacer una visita obligada a uno de los pocos restaurantes españoles que hay en Marruecos, Casa García, nos comimos una paella riquísima y nos tomamos unas de las pocas cervezas que hemos bebido en el país, eso sí, a un precio considerable, al cambio más o menos 4 euros la tirada.
Tras la opípara comida, nos damos una vuelta por la medina de la ciudad y nos acercamos a la playa, la ciudad es muy coqueta, pequeña pero bonita, y la playa, ¡buff! como la religión musulmana se abra un poco y se haga más tolerante, se nos van a comer con patatas, playas vírgenes y extensas con un montón de posibilidades.
Al anochecer y tras repostar nuestras motos nos damos una vuelta por la zona del Zoco (las tiendas), Carlos a pesar de la limitación del idioma, no se corta y entra en todas las tiendas para mirar ropa, ya le había dicho que si no le interesaba algo que no lo preguntara, aquí no conciben que alguien mire en las tiendas si no está interesado en comprar, le achicharraban a ofrecimientos a pesar de que las tallas de ropa que tienen ellos allí son como tres tallas menos que en Europa, imposible encontrar nada que nos cupiera en estos cuerpos serranos que tenemos de chicarrones del primer mundo.
Tras un paseo nocturno y un té a la menta para facilitar la digestión de la cena, por cierto, a partir de este momento en el que Carlos probó el té moro, esto se convirtió en un hábito, tras cada cena un té a la menta.
Día 3 Assilah, Larache, Kenitra, Salé y Rabat
Amanece un nuevo día y arrancamos nuestras máquinas para dirigirnos a la capital de Marruecos, Rabat, pasamos por Larache, antigua ciudad del protectorado español en Marruecos, una pena de ciudad, tiene muy buena pinta, pero la conservación brilla por su ausencia, sucia y dejada al albur del tiempo.
Seguimos una ruta que se aleja de la costa por ser esta zona una reserva protegida de la flora y la fauna, adentrándonos en una zona como de montaña hasta llegar a la entrada de Kenitra donde hacemos un alto para comer, paramos en un restaurante de carretera donde hacen sus paradas los autobuses de línea, nos sentamos en una mesa y los chicos de la mesa de al lado que a pesar de ser marroquíes hablan perfectamente el castellano, pues viven en España y van de visita a ver a las familias, se empeñan en que probemos de su plato para comprobar lo buena que está la comida, tras probar un bocado de una carne picada en pincho moruno, que está buenísima, nos decidimos por comer lo mismo que ellos. Tras la comida y mientras hablaba por teléfono con Isabel, veo que a Carlos se le cierran los ojos y es que la siesta debe ser uno de los vicios ocultos de algunos meseperos, decido darle media hora de sueño reparador y despertarle para continuar la marcha. Atravesamos Kenitra entre peatones que se cuelan por donde pueden y un tráfico que ya se va haciendo denso, avisando de lo que nos vendrá de ahora en adelante. Pasamos por Salé, la de la república de los piratas comandada en su momento en el siglo XVI por la única mujer que gobernó en este país, franqueamos el puente que separa Salé de Rabat, vecinas y la primera ciudad, ciudad dormitorio de la capital, para entrar en la capital y darnos de bruces con el tráfico denso y caótico de la ciudad.
Tras acomodarnos en el hotel, decidimos acercarnos al Zoco, ¡cómo no!, el ir de tiendas se estaba convirtiendo en un clásico. Carlos se compra tres pares de pantalones, por cierto muy chulos y a un precio de escándalo; también compró ropa para su hija y sobrina, para poder orientarnos en las tallas tomamos prestada a la hija de unos clientes de la tienda como maniquí para que se probara la ropa, como nos resultaba muy difícil el poder elegir las tallas, había una familia en la tienda y tras preguntar al dependiente si podía pedirle como favor al padre de la niña que si podía probarse las sudaderas para comprobar ya que tenia la misma talla que su hija y sobrina, éstos se prestaron sin ningún problema, gracias a ello pudimos hacernos una idea para escoger la talla adecuada, les dimos las gracias en árabe y en francés, tanto al tendero como a la familia.
Era viernes y como tal día es el día sagrado de la religión musulmana, solamente estaba abierta la mezquita de la zona del mausoleo de Mohamed V y Hassan II, con lo cual la visita dadas las horas y el día era imposible, lo dejamos para el día siguiente y lo pudimos visitar con comodidad.
Día 4 Rabat, Mequinez y Fez
Salimos dirección hacia Meknes y Fez, en esta última pasaríamos la noche, dos de las más bonitas ciudades imperiales, sin duda merecen la pena. Fez particularmente es como transportarte a la edad media, calles en la que no pueden entrar caballerías por estar expresamente prohibido, un zoco infinito, toda la Medina es una cadena de tiendas, aquí tuvimos la suerte de encontrarnos con otros compañeros moteros de Alicante, estuvimos tomando unas coca colas, la cerveza no era posible porque no las despachan en casi ningún sitio y tuvimos una charla muy animada sobre las anécdotas moteras, sin duda un buen rato, entretenido y en buena compañía.
Día 5 Fez, Saidia
Era domingo y nos esperaba la ruta más larga de las que íbamos a hacer en todo el viaje, salíamos de Fez y teníamos que llegar a Saidia en la costa mediterránea, colindante con la frontera argelina. Tras un viaje de casi 400 kms por un paraje ciertamente inhóspito, pero de una belleza peculiar, no somos capaces de imaginar como es posible que entre ese paisaje pueda vivir gente. Pero allí nos encontrábamos con paisanos con rebaños de cuatro cabras deambulando por los roquedos. Ya casi a tiro de piedra de Saidia, en Oujda, paramos para comer, sitio super curioso, era un restaurante con una gran terraza, nos gustó la pinta según íbamos por la carretera y decidimos parar, gran acierto. Después de esperar un ratito a los camareros para ver si nos podían acomodar, nos explica uno de ellos que tenemos que dirigirnos hacía una construcción adyacente que no es otra cosa que una carnicería que tiene el restaurante y donde compras la carne que quieres que te cocinen en una gran zona de parrillas donde llegas y coges vez para que los cocineros te asen la carne. Nos tocó esperar bastante, nos dimos cuenta demasiado tarde que todos los que llevaban carne dejaban una propina para que su asado fuera adelantado, tras unos 45 minutos para allá que me fui y a los cinco minutos ya teníamos nuestra carne asada y en la mesa (debieron ver en mi cara el cabreo a pesar de lo escaso de mi francés).
De aquí a Saidia, habíamos reservado un chalé en uso compartido con la familia que allí residía, una gran habitación para nosotros con nuestro baño y libre acceso al resto de la casa. Tras instalarnos decidimos acercarnos a probar el agua con un chapuzón en la gran playa de esta conocida como La Perla de Marruecos. Después de la cena veíamos unas luces que parecía que prolongaban el paseo marítimo desde donde estábamos, nos dirigimos hasta esa zona sobre nuestras fieles monturas y cuál fue nuestra sorpresa al darnos cuenta que aquellas luces se encontraban en la otra orilla del rio en territorio argelino. El río es la frontera entre los dos países, preguntamos en la gasolinera y nos dijeron que la frontera estaba cerrada, imposible pasar a territorio argelino, lástima, nos quedará pendiente para futuras aventuras africanas.
Día 6 Saidia, Nador y Alhucemas
Ya vamos dirigiéndonos hacía el norte, camino de Alhucemas, recorriendo la costa y paramos para ver de lejos las islas Chafarinas, el territorio español más alejado de España en la costa mediterránea marroquí; de aquí nos acercamos a Nador, ciudad que sin duda ha vivido tiempos mejores, pero que con la cercanía de Melilla tiene un gran movimiento, coches, artículos y personas en tránsito de un lado a otro. Llegamos a Alhucemas, lugar señalado para la historia militar del mundo y en especial para la española, aquí se llevo a cabo el primer desembarco de tropas de la era militar moderna en 1925. Después de conocer toda esta zona no puedo entender cómo se pudieron perder tantas vidas por un terreno que es pura roca y nada más, entiendo que los lugareños lo defendieran, era su terreno, pero que en el afán colonizador sacrificáramos tantas vidas, no puedo entenderlo y que a día de hoy mantengamos un pelotón de soldados en un peñón que está frente a la playa, me parece absolutamente anacrónico.
Día 7 Alhucemas, Chauen
Salimos hoy con dirección a la cordillera del Rif, el día prometía y no nos defraudó, carreteras de curvas, bosques de pinos y abetos preciosos, paisajes que nos conmovían al pararnos a contemplarlos. Por toda la carretera había gente haciéndonos señas, no eran saludos, querían que paráramos para vendernos hachís, es la parte del mundo donde hay mayor cultivo de esta sustancia. Nosotros siguiendo con nuestra regla de llevar una vida saludable, rechazamos cortésmente los ofrecimientos que nos iban haciendo. Tras un recorrido memorable por estas carreteras de montaña (tuvimos un pequeño susto con una furgoneta que bajaba un poco descontrolada, apareció en una curva por nuestro carril, suerte que la habíamos visto pasar en la anterior muy apurada y nos preparamos para esa posibilidad, el tipo tuvo que salir a una zona de explanación y ahí quedo todo, sólo una anécdota más), llegamos a Xauen, la inolvidable ciudad azul, fue un gran impacto, giras una curva y se abre un valle delante de ti, ves una ciudad que es como salida de una postal, de un cuento, no sé cómo definirlo con exactitud, pero es una vista impresionante, según te acercas vas apreciando poco a poco la belleza que guarda en sus adentros.
Nos alojamos en el centro de la medina, allí no podíamos llegar con nuestras motos, de hecho no se puede acceder con ningún tipo de vehículo, por lo que dejamos las motos en el único parking que existe al lado de la medina, allí contratamos a dos porteadores, sí porteadores, teníamos que llevar el equipaje y sin guía era bastante probable que diéramos vueltas cargados sin llegar a nuestro hotel. Lo de porteadores suena a película de aventuras de aquellas de Tarzán, la verdad es que nos sentíamos como Shaibs de aquellas películas. Tras instalarnos nos decidimos a recorrer la ciudad, no sin antes reponer fuerzas en un restaurante cercano degustando una vez más las exquisiteces de la cocina marroquí, y paseando se te olvida el discurrir del tiempo, la dimensión del paso de éste es diferente, desaparecen las prisas y los relojes.
Durante la cena conocimos a una chica marroquí que era nuestra vecina de mesa, tras un rato de charla (con la limitación que tiene el charlar en inglés, ya que mi francés no da para tanto y el árabe, sólo para saludar y dar las gracias), nos intercambiamos nuestros correos electrónicos y Facebook; fue una gran velada.
Dia 8 Chauen y Tetuán
El tiempo se nos va escapando entre las ruedas de nuestras motos, ya nos va quedando muy poco, salimos camino de Tetuán, la etapa más corta del viaje, pero no por eso la más rápida: 68 kms y casi tres horas de viaje, toda la zona está en obras, están haciendo una autovía para llegar desde Tánger a Xauen directamente en un plis plas y no sé si esto no hará que pierda su encanto, pero hay que reconocer que las infraestructuras viales dan vida a los lugares donde llegan. Llegamos a Tetuán y tras acomodarnos decidimos ir a comer en la zona de playa, a unos 8 kms de la ciudad, damos unos paseos y volvemos al hotel, dejamos las motos allí y nos dedicamos a pasear. La ciudad guarda una medina muy curiosa, más moderna que otras, pero con un zoco muy animado, nuestra sorpresa llega al acceder a la plaza principal, estaba toda vallada y con una fuerte presencia policial, allí se encuentra uno de los cientos de palacios que el rey posee en todo el país, en este caso el rey se encontraba en el palacio, no había lugar a duda. La ciudad conserva un aire colonial decadente que le da un encanto especial, aquí se nota la presencia española, fue la capital del protectorado y eso se nota en que mucha gente habla en castellano.
Día 9 Tetuán, Tanger y Alcazarseguir
Arrancamos esta mañana, sabiendo que es nuestra última noche en Marruecos y por tanto en ese misterioso continente que es África, recorremos la costa hasta llegar a la frontera con Ceuta, esta zona es como una Marbella a lo marroquí, urbanizaciones de lujo con playas privadas en algunos casos. Qué contraste cuando llegamos a la frontera con Ceuta, qué tristeza, suciedad y desorden, los porteadores y porteadoras con sus precarios carritos esperan o deambulan con sus mercancías pasando de un lugar a otro dejando un reguero de envoltorios y plásticos que torna el paisaje en una especie de vertedero. La famosa valla se ve de lejos, impresiona con su altura y esas famosas alambradas que son capaces de desgarrar lo que se le arrime. Existe una zona de tierra de nadie entre la parte marroquí y la española vacía e inhóspita.
Día 10 Alcazarseguir puerto de Tanger Med
Tras acomodarnos en el hotel donde vamos a pasar la noche, viejo conocido nuestro, fue el de nuestra primera noche, nos encaminamos hacia Tánger, 48 kms de recorrido ahora sí ya todo por la autovía. Tánger quizá tras Casablanca sea la ciudad más cosmopolita y europea del país, al menos del norte de éste fijo, tras pasear por sus calles y comprobar que en los alrededores del centro del Instituto Cervantes los chicos hablaban entre ellos en castellano, se nos iba acercando un poco más a la sensación de que se nos iba terminando el tiempo de nuestro viaje. Como recomendación de Nawal, la chica que conocimos en Xauen, nos acercamos al café Hafa con vistas espectaculares y un ambiente de lo más peculiar, sólo sirven té a la menta, te sientas y viene un señor que parece que es de los que inauguró el local (abierto desde 1921) por lo mayor que es, pero acarrea un invento de hierros que es capaz de portar más de veinte vasos de té con una soltura que ya quisieran algunos más jóvenes.
Día 10 Algeciras, Sevilla
Se acabó lo que se daba, madrugamos para coger el ferry y encaminarnos hacia la península, la travesía dura poco más de una hora, coincidimos con una pareja de moteros de Cádiz en el ferry y tuvimos una animada charla sobre nuestras respectivas rutas. Tras el desembarco en Algeciras y una reparadora comida, eso sí, a precio español sensiblemente mayor que lo que habíamos ido pagando en Marruecos por los refrigerios, nos encaminamos a Sevilla, esa ciudad que tiene un color y una magia especial. Esta noche nos alojábamos en un hóstel, toda una experiencia para Carlos, yo ya me había alojado en otras ocasiones, compartimos habitación con otras dos personas, un australiano que parecía autista y una argentina, con la que departimos en animada conversación en el salón junto a otra compatriota suya que estaba allí también alojada; esto es lo que más me gusta de estos alojamientos, la capacidad de relación e intercambio entre las personas que ofrece el compartir espacios comunes. Tras la visita de rigor por los lugares más emblemáticos de la ciudad, nos retiramos a descansar ya con la mente en nuestro último recorrido que nos llevaría de vuelta a casa.
Día 11 Sevilla, Salamanca
Un viaje inolvidable, con una compañía estupenda y sin ningún incidente a destacar, para repetir sin duda.
Como curiosidades del viaje, la dimensión del tiempo en Marruecos es muy diferente, nunca existe la prisa. La gastronomía que no te hace echar en falta el cerdo, con una gran presencia de verduras en todos los guisos que hacen que sea muy saludable y gustosa. Los controles policiales, en todas las entradas y salidas de las ciudades (algunas veces hasta en los lugares más recónditos). La amabilidad de la gente y el regateo en las compras, esto a veces se nos hace un poco extraño y hasta pesado, pero al final tiene un gran encanto. La conducción es un poco caótica, pero ordenada según sus normas, en las rotondas tiene siempre la preferencia el que venga de la calle más principal y el que le eche más morro, os juro que de esto último a nosotros no nos faltaba pues si no aún estaríamos dando vueltas en alguna rotonda; el adelantar con toda naturalidad en línea continua (si no lo hicieran habría viajes que no terminarían nunca). El té, nunca habrás probado uno como lo preparan allí, tiene un sabor especial, a tener en cuenta, está caliente, muy caliente por eso debes de coger el vaso con una servilleta o atenerte a las consecuencias. Los semáforos en Kenitra son horizontales en lugar de verticales, las carreteras no son exclusivas de los vehículos, te puedes encontrar a burros, vacas u ovejas pastando o deambulando.
Resti «el moro»
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