Por iniciativa del Gran Erasmus, hoy sábado 3 de febrero nos permitimos el lujo, como buenos moteros, de hacer la ruta en coche a la matanza de Sequeros. Lo cierto es que las previsiones del tiempo no eran buenas para rodar en moto, pero esto no hizo que nos quedáramos encamaos en casa.
Unos salíamos de Salamanca, Pablo Alagón desde Linares y Placi y Pilar desde Calzada de Béjar. Luis recoge a Jesús Yayo y a Paco Rollán y abren camino hacia Sequeros. Poco después llegarían Erasmus y Teresa y el resto. Hasta 3 moteros de Béjar allí se presentaron, eso sí, habían sido engatusados por Placi para que fueran en moto.
Nada más llegar, bien abrigados, vamos a por un chupito de aguardiente artesanal que a alguno le cayó como un alud en el estómago. Buscando las perrunillas o algo que echarse para adentro, encontramos un puesto artesanal de rosquillas, y casi acabamos con ellas. Los cortadores de jamón no paran de preparar platos y más platos de embutidos, que a esa hora entraban con alegría.
Al cochino ni le vimos, pero un paisano nos dijo que era negro negro. Al pie de la lumbre y con unos rayos de sol pasamos el rato hasta que llegara la hora de la probadura. Vamos, que nos vinimos más ahumados que en Motauros. Por fin llega el momento de probar el marrano y con un vasito de limonada serrana, un platín de hígado encebollado y un poco de pan bien agarrados, resistimos la subasta de las piezas del cerdo hasta la hora de la comida.
En estas fiestas multitudinarias las colas son inevitables, con un poco de paciencia y buen ambiente con los paisanos pillamos la bandeja con patatas meneás, torreznillos, chichas, jeta, costilla y vino que le birlamos al Tinín en un momento de descuido porque lo tenía bien custodiado. Por allí vimos a Rosa con tenedor en mano que había ido con unos familiares. Nos vamos a tomar café al calor del brasero bajo una camilla. Pablo atiza las brasas sin la badila y acurrucados en las faldillas de la mesa pasamos el rato de sobremesa.
Un paseíto por la calles del pueblo hasta el mirador de la Cruz, con unas vistas inmejorables de la Sierra de Béjar, que no de Candelario, nevada desde Ávila hasta donde alcanza la vista. Unas fotos por aquí y por allá para dejar constancia de que allí estuvimos, y cuando nos dirigíamos a la ermita del humilladero empiezan a caer unas gotas, con lo que suspendemos el paseo y nos metemos en la casa de José María (compañero de trabajo de Luis y paisano del pueblo).
Al calor de la chimenea y sentados en mesa redonda probamos un aguardiente de madroños artesanal, a la vez que nos quedamos asombrados del ingenio y manitas de José María por los artilugios de madera que tenía en su bodega. Agradecimos quedamos con el compromiso de que cuando pasemos en moto por Sequeros, volvamos a su casa para ver sus bogs de más de doscientos años y seguir probando sus otros aguardientes artesanos.
Ya serían las seis y decidimos dar por terminada la ruta matancera, y con precaución llegamos a casa sobre las siete, con un cielo encapotado y unas gotas de lluvia.
Como siempre, ha sido un placer disfrutar de este primer sábado de febrero, día frio frio, con el calor de esta cuadrilla de meseperos bien ahumados: Placi, Pilar, Pablo Alagón, Erasmus, Teresa, Paco Rollán, Jesús Yayo y Luis.
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