Corría el año 2005 en un lugar de Salamanca, de cuyo nombre sí quiero acordarme, LaSalle-Chamberí, un hidalgo motero, también ciclista y a la sazón fundador y primer presi del club, llamado por sus conocidos Javi “maestro”, y rebautizado por sus colegas como Javi “quijote” por su estirada figura, vista perdida y mente ida en correrías moteras; se juntó con el hidalgo José “Maestro”, también ciclista y motero, que no escudero, y conocedor de las mejores barricas y hollejos de buen vino; y con otro hidalgo conocido como Pepe “Revi”, amigo de correrías de siempre y vigía de que nadie pase sed de agua, ni de vino si procediese, llevando los cuartos para pagar al tabernero; y todo esto para dar una vuelta en sus monturas (reo, r y pausada), por estas carreteras que los han visto crecer.
Poco después se unieron los hermanos de sangre y de la muy noble y leal villa de Gata, Jose “coki”, Pedro y Jesús Durán. Y así uno a uno, se fueron uniendo al grupo Luis, Tito, Floren, José Angel, Manuel, Jesús, Santiago, Graciliano, Antonio, Félix, Fernando, Eduardo, Jesús “vulcan”, Carlos, Angel Luis, Javier Toti, José Carlos Pepeillo, Antonio Harley, Carmen, …y algunos otros moteros que no se nombran porque la memoria es finita. Todos y cada uno, nobles ciudadanos, que no villanos, de esta ciudad de Salamanca.
Y como no podía ser de otra manera, siempre que pueden nos acompañan Angela, Paqui, Nieves, Nines, Mercedes, Beti, Carmen, Nieves, Pilar y Montse. Organizan la manduca y dan la alegría de Dulcinea.
A todos nos une un especial cariño por nuestras monturas, conocidas por motos; y sobre todo por pasar un rato agradable con unos colegas, de años asentados y cabeza sobre los hombros.
Disfrutamos con la moto y con el grupo, de la carretera y del paisaje, del momento y del día.
De velocidad andamos lo justo, de apetito sobraos, y sobre todo, simpatía.
Algunos peinan canas y otros ni siquiera eso;
Unos flacos y otros con barriguilla cervecera;
Unos apenas llegan al suelo y a otros les queda pequeña la montura, pero con el casco todos somos parecidos.
Ya no nos asusta la lluvia, ni el frío, ni el calor, pero si hace buen tiempo, mejor.
Llevamos sotocasco y bañador, botas y chancletas, y nuestros
preciados polos rojos y azules, de los que nos sentimos muy orgullosos.
Con el pañuelo color mostaza ondeando al viento y el chaleco amarillo, ya lo creo que se nos ve de lejos.
Hornazo, empanada, chori, salchi, queso, vino, cervezas, … por favor, que no falten en el zurrón.
Nuestras salidas suelen ser los sábados, para descansar el domingo. Uno organiza la ruta y los demás detrás, sin prisa.
Vamos a Pingüinos, Ruta de Invierno y de Verano con Ruedas Charras. Villafáfila, La Almendra y La Alberca cuando nos parece. En abril con los colegas Policías Locales y a Plasencia, en mayo con los colegas de Peñaranda, en junio a Gata y a La Vera. En verano a Gredos y a La Bañeza. Las Arribes y Portugal cuando cuadra en la agenda. ….. Y esta historia de MSP se sigue escribiendo a través de las crónicas y de las imágenes de cada ruta, porque el final está aún por llegar, por vivirlo y por disfrutarlo.
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PALABRA DE MESEPERO
Viajar es vivir dos veces. El ser humano que viaja crea el mundo a su antojo. Hay en el viaje de los hombres una forma nueva de ver la vida y los recuerdos. Echar tierra por medio siempre ha sido una forma efectiva de distanciar los problemas que a diario nos agobian. Si las penas con pan son menos, los problemas se disipan con ver nuevos paisajes.
La visión del mundo desde la moto ofrece las mejores perspectivas. Quien viaja en moto no profana el paisaje con la velocidad del automóvil ni se agobia contemplándolo con el caminar cansino del viandante. En el raudo caminar de los moteros hay un nuevo descubrimiento del mundo. Una nueva forma de ver la vida y, sobre todo, un nuevo estado de ánimo.
Los textos e imágenes del libro son el mejor documento. Tal vez, nadie en su vida diaria sería tan limpio y espontáneo. Es pretencioso hablar de eso que los filósofos llaman panteísmo, pero sí es cierto que en todo motero que se precie de su condición hay un afán jovial por disfrutar de todos los encantos que ofrece su experiencia. Ancho es el mundo e infinitos los atractivos que el paisaje ofrece. Y tan digna es la contemplación de un paisaje deslumbrante como la casa derruida o el anciano que uno descubre apoyado en su cayada mirando con nostalgia el sol que se va, como la vida. Pero nunca faltará un roto para un descosido: el paisaje de estas tierras nuestras esconde otros placeres. ¡Cómo no evocar esos platos compartidos en restaurantes de paso, recoletos, o las delicias cocinadas por nuestras dulcineasdel motor! Qué sería de nosotros sin la delicadeza de sus manos.
Hay por otra parte en estas páginas una íntima batalla contra el olvido. Las crónicas que tienes en tus manos, mesepero querido, son un intento de luchar contra el paso del tiempo, que todo lo destruye en su pasar inexorable. No lo venceremos, pero los textos e imágenes de estas páginas serán siempre un bello motivo para la recuperación de esas experiencias, vividas fugazmente. Vividas (¡ay Señor, Señor!) en momentos de felicidad que uno ni imaginaba ni recuerda.
Por ello, bienvenidos sean estos documentos que nos reconfortan recreando los momentos felices y nos defienden de la nostalgia, inevitable con el paso de los años. No olvidemos que el tempus fugit amordaza nuestras vidas y que sólo estas páginas pueden servirnos de mínima defensa.
Nicolás Miñambres Salamanca, 26 de noviembre de 2010
ROMANCE DE LOS MESEPEROS por Luis Can 20 octubre 2017
Licencia pido a la audiencia
para contar una hazaña,
sin duda de las más nobles
y singulares de España.
Por fin, el ocho de octubre,
el zumbido se ha escuchado,
dormía desde hace tiempo
en el motor rezagado.
La tribu de Meseperos
su eslogan ha proclamado:
“Acudid todos al punto,
Colmenar está esperando”.
Los nervios a flor de piel,
las máquinas berreando,
por frontera el horizonte;
la gesta se está fraguando.
A las nueve ante meridiam
del día ya mencionado,
en el “A-Sesentaiseis”
las viandas van catando,
para dirigirse presto
al lugar que han acordado,
“La Fontana” era su nombre,
lo tenían bien guardado.
Algunos sin más compaña
que la montura y el casco,
otros con sus Meseperas,
el recinto van llenando.
Con el ceño muy fruncido
alucinan los novatos,
no dan crédito a sus ojos
de lo que están observando.
Vienen de hermanas regiones
a conocer estos pagos,
uno desde las Canarias,
otro de tierra de vascos.
Mas, prosigamos la historia,
que el tiempo ya va apremiando
y no conviene al juglar
entretener el relato.
Enfilan la carretera
siguiendo el itinerario,
el pájaro, a la cabeza,
la ruta les va marcando,
en retaguardia, la escoba,
los zagueros va escoltando,
los cruces, bien protegidos
por moteros avezados,
y el motógrafo, que acecha,
con la cámara en la mano.
Arriban a Sorihuela
con el gaznate “en secano”,
y en la taberna primera
que en el pueblo han encontrado,
devoran las provisiones
hasta que el hambre saciaron.
¡Vive dios, vino y cerveza,
sin compasión agotaron!
Después les espera un niño,
por Alejandro nombrado
para recibir presentes
que la tribu ha recaudado,
que subido a la montura
de un Mesepero “Harlyano”,
se le escapa una sonrisa,
que el alma les ha robado.
¡Voto al cielo, que vi algunos,
de los sus ojos llorando!
Apaciguada la gula,
a la ruta retornaron
y hacia la ciudad de Béjar,
sus pasos encaminaron.
Atraviesan la Calzada,
Valdehijaderos y Horcajo,
y a la hora convenida,
a Colmenar han llegado,
para yantar en la venta
de un cocinero afamado,
“Cotolina” era su nombre,
lo tenía bien ganado.
No faltaron langostinos
ni entremeses en los platos,
y el menú se completó,
con la carne de un marrano,
regado con vino tinto
de taninos ajustados,
mezclarlo con gaseosa,
considero, era obligado.
Después con solemnes voces,
sus cantos han entonado
lanzando a los cuatro vientos,
sus mensajes solidarios.
Historias simples de hombres,
curtidos en mil trabajos
que encontraron en las motos
sin quererlo o planearlo,
la forma de ser mejores
y de pasar buenos ratos.
Mujeres y hombres sencillos
que a lomos de sus “caballos”
que adoptan forma de moto
otro mundo van soñando,
cual Quijotes Meseperos,
sin prisa… siempre despacio.
ESOS LOCOS MOTEROS
Yo los conozco.
Los he visto muchas veces.
Son raros.
Salen temprano y se enfundan sus monos, arrancan su moto 5 minutos antes de salir…
Están locos.
En verano salen con todo el calor, transpiran, se deshidratan, … sólo para disfrutar de la ruta.
En invierno se tapan, se abrigan, se quejan, se enfrian, se resfrian y dejan que la lluvia les moje. Rutean empapados, cuando no por la lluvia, por el sudor.
Yo los he visto.
Serpentean carreteras llenas de curvas, ruedan por el asfalto de una carretera perdida, cruzan puentes, pueblos perdidos…
Escuchan música que acompaña el ritmo de sus golpes de gas, escuchan el sonido de sus escapes, notan como se les acelera el pulso en cada apurada de frenada, les da el olor a gasolina del que va delante y aflojan cuando pasan frente a la gente de los peques.
Yo los he visto.
No están bien de la cabeza.
Empiezan a prepararla la semana anterior, por la mañana se levantan como niños en día de Reyes.
El día de antes cenan temprano para dormir más tiempo pero a lo largo de la noche se levantan varias veces sobresaltados pensando que ya es la hora…
Nunca pude calcularles la edad pero tendrán entre 18 y 79 años.
Son hombres y mujeres.
No están bien.
Se apuntan a rutas de cien a ochocientos kilómetros y antes de empezar saben que la disfrutarán allá donde vayan.
Estrenan nervios en cada salida, unos minutos antes necesitan ir al baño.
Superar sus barreras será suficiente para llegada la noche dormir con una enorme sonrisa.
Se quejan de que el sol les ciega o de la lluvia que no les deja ver.
Están mal, ellos saben que allí cerca está la sombra de un bar o el resguardo de un puente.
Yo los conozco bien.
Apenas llegan toman agua se mojan la cabeza, se sientan en el bar a reponerse.
Los he visto muchas veces.
Están mal de la cabeza.
Se agrupan por grupos y comparten con esa segunda familia parte de los sábados y domingos.
Nunca se acuerdan como empezaron, pero se preocupan por invitar a otros, se creen descubridores de un gran secreto al que sólo tienen acceso los que siguen sus huellas por la carretera.
Me parece que quieren ganarle a la muerte.
Ellos dicen que quieren ganarle a la vida.
Una cosa es cierta, están completamente locos y sólo ellos y los que se atreven a seguirlos son capaces de disfrutar de esta locura como lo hacen ellos.
El mundo sería otro sin duda si hubiera más locos así.
Están locos.
Yo les conozco bien…»FORMO PARTE DE ELLOS». Anónimo
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